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los dedos


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Los dedos

El estudio de los dedos de la mano constituye uno de los apartados más apasionantes y difíciles de la quirología, precisamente por su multiplicidad de formas y características y por el hecho de que estas no están muchas veces bien definidas, por lo que es fácil caer en ocasiones en el error.

En quiromancia se considera que no tenemos cinco dedos, sino cuatro y el pulgar, que es contemplado como un dedo aparte. En su conjunto, los dedos poseen una serie de características que hay que tener siempre en cuenta. Una de ellas es su flexibilidad. Apoyando las yemas de los dedos sobre la superficie de una mesa y apretando hacia abajo, veremos hasta qué punto podemos flexionarlos y doblar la mano; esto mismo podemos hacerlo sujetando las yemas de los de­dos con la otra mano y presionando hacia atrás. Una flexibilidad acusada indica a una persona dotada de gran sentido común, y si esta flexibi­lidad se presenta además en todas las articulaciones de los dedos señala una actitud libre de prejuicios y una notable sensibilidad artística.

Su longitud es otro elemento a tener en cuen­ta. La longitud de los dedos se mide con respecto a la de la palma, contando esta desde el arranque del dedo medio hasta la articulación de la muñeca. Si la longitud de los dedos es superior a un 80% de la de la palma, se consideran dedos largos; si es inferior, cortos. Los dedos largos, si son además delgados, señalan preponderancia de lo ideal sobre lo material, mientras que si son gruesos indican un idealismo más realista, que tiene en cuenta también las cosas materiales. Los dedos cortos y gruesos indican carencia de idea­lismo, predominio de las cosas y las satisfacciones materiales; cuando son delgados señalan dominio sobre los demás, cualidades de liderazgo.

Por otra parte, los dedos pueden ser rectos o torcidos. Los primeros indican a personas que se hallan satisfechas consigo mismas, mientras que los segundos señalan a personas propensas a hallar dificultades..., o incluso a creárselas.

Las protuberancias que a veces se forman en las articulaciones de nuestros dedos se llaman nudos (de ahí la palabra nudillos); si estos nudos son protuberantes (la característica mano nudosa de D'Arpentigny) señalan a una persona reflexiva, prudente. Si, por el contrario, los dedos son lisos, reflejan a una persona intuitiva, más dada a actuar por instinto que por razonamiento, y generalmente de naturaleza artística.

Los nudos pueden hallarse en la primera articulación (la superior) o la segunda (la inferior). En el primer caso se habla de nudos filosóficos: la persona es minuciosa, desconfiada, poco amante de lo nuevo, arraigada en sus creencias. En el segundo caso tenemos nudos de orden: la persona es ordenada, posee buena memoria, tiene su vida bien reglamentada. Un tercer caso, muy poco frecuente, es cuando los nudos se sitúan por encima de la primera articulación, casi en el extremo del dedo. Tenemos entonces los nudos delsentido práctico: la persona es eminentemente racional, practica en todos sus aspectos.

Finalmente, los dedos pueden analizarse también por su terminación. La punta de los dedos puede ser afilada, cónica, cuadrada o espatulada. Evidentemente, no es necesario mencionar las características propias de cada caso. Los de­dos de punta afilada suelen ser en general de por sí delgados y largos, y su remate no hace más que reforzar las tendencias hacia lo ideal y lo espiritual por encima de lo real y lo material; los dedos de punta cónica pertenecen a personas inteligentes, con espíritu critico y notable senti­do del humor; suelen tener profesiones liberales e intelectuales o artísticas; los dedos de punta cuadrada corresponden a personas eminentemente prácticas, disciplinadas, metódicas, en las que predomina el sentido común; los dedos espatulados, finalmente, aparecen en las personas hiperactivas, inquietas, amantes de los viajes y de emprender nuevas aventuras, muchas veces incapaces de terminar un trabajo antes de iniciar el siguiente.

Por supuesto, todas estas características pue­den hallarse claramente reflejadas en nuestros dedos, pero también aparecer de una forma más o menos solapada. Hay dedos que no correspon­den exactamente a ninguno de estos tipos reseñados; es entonces misión del quirólogo ver cuál es el rasgo dominante, teniendo en cuenta, por supuesto, que una mayor o menor acentuación incidirá en las características del tipo de perso­na que reflejan.

Veamos ahora los dedos uno por uno.

 

El pulgar

Quirológicamente, el pulgar es un dedo aparte, que es considerado de forma independiente de los otros cuatro. En primer lugar, no tiene tres huesos (falange, falangina y falangeta), sino dos. Es, junto con el meñique, el dedo más corto de la mano, pero ocupa una posición inferior con respecto a este y es mucho más grueso. Y, evidentemente, su cualidad de ser oponible a los otros cuatro lo convierte en el más importante de la mano: sin este rasgo anatómico fundamen­tal, el hombre no sería hoy lo que es, ya que no dispondría de la cualidad más importante que lo distingue de la mayoría de animales: el poder asir todo tipo de objetos.

Una serie de características particulares, además de las mencionadas más arriba para todos los dedos en general, distinguen los diversos ti­pos de pulgares de la mano. Una de las más importantes es el ángulo que puede formar con el resto de la mano cuando lo abrimos al máximo. Generalmente, este ángulo suele ser de 90° con respecto al dedo índice. Esta característica suele indicar a una persona segura de sí misma, poco influenciable por los demás. Si el ángulo máximo es menor de 90°, la persona suele ser sugestionable, y se deja influir y convencer fácilmente. Por supuesto, cuanto menor sea el ángu­lo, más influenciable será la persona.

Otra característica es la longitud. Su longitud ideal dentro de la mano es la misma que la del dedo meñique; en este caso, señala a una perso­na equilibrada; un pulgar largo indica a una per­sona dominante, mientras que el pulgar corto es propio de los caracteres débiles. Esta caracterís­tica, sin embargo, queda supeditada a las demás propias del dedo, sobre todo la forma de su punta.

Otra característica digna de tener en cuenta es su mayor o menor altura con respecto al resto de la mano. Si la raíz del pulgar es baja (lo normal es que, con la mano cerrada, la punta del pulgar coincida con el centro de la primera falange del índice), la palma de la mano será amplia y abierta; si es alta (es decir, si la punta del pulgar llega hasta la primera articulación del índice o incluso más arriba), la palma será más bien corta. En el primer caso tenemos a una persona comunicativa, que confía en los demás; en el segundo nos hallamos ante una persona desconfiada, egoísta e incluso egocentrista.

Y enumeremos finalmente otro atributo revelador: su flexibilidad, no sólo hacia dentro sino también hacia fuera. Si el pulgar se muestra rígido, es decir, no se puede doblar hacia fuera mas allá de una línea recta, evidencia un temperamento conservador, tenaz, arraigado a sus principios y difícil de hacer cambiar. Por el contrario, si se puede doblar hacia fuera formando un arco, señala a una persona complaciente, dispuesta en todo momento a acomodarse a los demás.

El dedo pulgar es importante en quirología tanto por sí mismo como por ser un elemento corrector de los significados de los demás dedos, que en algunos aspectos quedan supeditados a él.

 

Los demás dedos

Los dedos de la mano reciben en quirología nombres alegóricos que los identifican con antiguos dioses y también con el Zodíaco. Así, el pulgar es el dedo de Venus, el índice el dedo de Júpiter, el medio el dedo de Saturno, el anular el dedo de Apolo o del Sol, y el meñique el dedo de Mercurio. Estos nombres, evidentemente, tienen que ver con su simbología, aunque en gran parte se trate de una simbología esotérica e iniciática; muchos quirománticos utilizan estos nombres solamente para dar mayor belleza y espectacularidad a su vocabulario.

El dedo índice es aquel con el que señalamos, y de ahí su nombre; se conoce también como el dedo de Júpiter. Se le atribuyen las características de las altas dignidades, los sentimientos religiosos, la ambición. Está fuertemente ligado al pulgar, no sólo por su inmediatez, y las características de este pueden hacer cambiar su significado. Si el índice es largo, señala dominación, orgullo, ambición reprimida; si es corto, ambición violenta y desenfrenada; si es grueso, ambición hacia los apetitos materiales; si es delgado, incapacidad de realizar los deseos; si su punta es cónica y el dedo carece de nudos, una gran capacidad de adaptación; si tiene nudos, problemas en realizar esa adaptación. Médicamente, ofrece valiosas informaciones sobre el hígado, el bazo y las dolencias reumáticas.

El dedo medio es el dedo más largo de la mano y el que ocupa la posición central, y de ahí su nombre; se le conoce también como el dedo de Saturno. Por su posición, se le considera como el dedo del equilibrio entre la introversión y la extroversión, entre el conciente y el subconciente. Si es largo, señala tendencia hacia lo científico, capacidad de análisis; si es corto, una mente superficial; si es grueso, tendencia a lo práctico y materialista; si es delgado, a la incredulidad y al sufrimiento; si es liso, espontaneidad e inspiración; si es nudoso, meticulosidad y tendencia a lo práctico; si se inclina hacia el anular, ten­dencia hacia el arte y la artesanía; si lo hace hacia el índice, realismo, con un toque idealista. Médicamente, ofrece valiosas informaciones so­bre los intestinos.

El dedo anular recibe este nombre porque es el dedo donde normalmente se llevan los anillos; se le conoce también como el dedo de Apolo o del Sol. Expresa las capacidades creativas, la inspiración hacia lo bello, la espontaneidad, el idealismo. Si está bien formado y encaja armónicamente con el resto de la mano, señala solidez emotiva; si es largo, energía, voluntad y espíritu observador; si es corto, tendencia a la vulgaridad; si además de corto es grueso, tendencia a la autocompasión; si es liso, inspiración artística; si es nudoso, orden y método; si tiende a inclinarse hacia el dedo medio, dificultades entre lo que se desea y el sentido del deber; si lo hace hacia el meñique, una motivación monetaria en las inclinaciones artísticas. Médicamente, ofrece valiosas informaciones sobre los trastornos cardíacos.

El dedo meñique, finalmente, es el más pequeño de la mano, y de ahí su nombre; aunque su longitud es normalmente la misma que el pulgar, es mucho más delgado, y por supuesto carece de su movilidad; se le conoce también como el dedo de Mercurio. Quirológicamente es el segundo dedo más importante después del pulgar, pese a su aparente insignificancia. Expresa todas las relaciones emotivas no cubiertas por el anular: las relaciones con los demás, las relaciones familiares, y sobre todo las relaciones sexuales. Si es largo, tiende a replegarse sobre sí mismo, y eso mismo es lo que indica con respecto a la persona, que se retrae en sí misma y desarrolla a menudo un amor hacia el estudio y la investi­gación; si es corto, señala poco sentido práctico, carencia de voluntad, necesidad de apoyarse en otra persona; si es grueso, vulgaridad con tendencias a la mentira; si es liso, espíritu científico y racional; si tiende a inclinarse hacia el dedo anular, susceptibilidad, propensión a decir pequeñas mentiras; si además es nudoso, esas mentiras pueden ser auténticos engaños; si la tendencia es a inclinarse hacia el otro lado, separándose del resto de la mano, problemas de clara naturaleza sexual. Médicamente ofrece valiosas in­formaciones sobre los riñones, la vejiga y el aparato reproductor.

 

Las uñas

El remate de nuestras manos lo constituyen las uñas, esas superficies córneas a las que no damos mayor importancia que la periódica molestia de tener que recortarlas. Se calcula que las uñas tardan en renovarse totalmente de 100 a 150 días, variando según los distintos dedos y, evidentemente, según la naturaleza de cada per­sona. Quirológicamente, pueden aportar datos importantes al estudio general de la mano.

Las uñas pueden tener gran variedad de formas, pero básicamente podemos agruparlas se­gún sus características. Se considera que la uña ideal es la que tiene una longitud de la mitad de la ultima falange, la falangeta, que es la que la contiene, y una anchura de tres cuartas partes su largo; su color ha de ser rosado bastante inten­so, con una pequeña luna o lunula en su parte inferior, claramente diferenciada. Pero, por su­puesto, este «modelo» es muy poco frecuente. Así pues, según las variaciones sobre este estándar ideal, tenemos uñas grandes (1), que ocupan prácticamente toda la anchura del dedo, y pequeñas (2), cuando dejan ver a ambos lados una amplio reborde de carne; uñas anchas (3), cuan­do son más anchas que largas, y estrechas (4), en el caso inverso. Las uñas cuadradas (5) son aquellas que, teniendo la longitud de la uña ideal, son más anchas de lo que les corresponde, o que, teniendo su anchura, son menos largas, en cuyo caso son denominadas cuadradas pequeñas (6). Según su forma, pueden ser almendradas (7) oavellanadas (8), según recuerden esas dos frutas.

Vista de perfil, la uña ideal parece casi recta, apenas ligeramente convexa (9). Sin embargo, en algunas ocasiones puede, ser convexa (10), cuando la curva hacia fuera es mucho más pronunciada, cóncava (11), cuando es a la inversa, encorvada o adunca (12), cuando la convexidad es tal que llega a tener forma de garra.

Aparte su forma, las uñas pueden presentar otras características. Aunque generalmente las uñas se presentan lisas y uniformes, en ellas pue­den presentarse, por defectos de su crecimiento, surcos horizontales o verticales. Igualmente, en su superficie pueden aparecer manchas blancas, como pequeños lunares.

Todas estas características de las uñas tienen su significado. Así, por ejemplo, las uñas cuadradas indican un carácter colérico y pasional, aunque susceptible de ser dominado; las cuadradas pequeñas son evidencia de fanatismo e intolerancia, que se acentúa cuanto más intenso sea su color; las uñas almendradas reflejan elegancia y sensibilidad; cuando su forma es de avellana, señalan tendencia a la racionalidad, a buscar el sentido práctico de la vida, y la persona que las posee suele ser de naturaleza intelectual, con una mente lógica y coherente, con la razón dominando siempre por encima de los impulsos.

Médicamente, las uñas son también reveladoras: unas uñas cuadradas indican propensión a problemas de tipo circulatorio; las cuadradas pe­queñas reflejan trastornos sexuales, que a menudo se manifiestan como celos incontrolados; las almendradas pueden indicar trastornos endocrinos, sobre todo en las mujeres; las uñas aduncas o en forma de garra son síntoma de fuerte impulsividad y alteraciones nerviosas; las convexas reflejan tendencia a la bebida como medio de evasión. Otras características son también médicamente importantes: las uñas quebradizas indi­can falta de calcio; las que muestran surcos ho­rizontales reflejan exceso de alimentos y medicinas; si los surcos son verticales (llamados muchas veces «canales») señalan insuficiencia de la glándula tiroides y alteraciones del metabolismo; cuando presentan manchas blancas son indicio de alteraciones del sistema nervioso.

Según algunos autores, las uñas de los distintos dedos reflejan el estado de salud de diferentes órganos y componentes del cuerpo. Así, las uñas del índice están relacionadas con el hígado, las del medio con el sistema óseo, las del anular con los sistemas cardiovascular y renal, y las del meñique con el sistema nervioso.

Otros aspectos secundarios son también reflejo de la personalidad. Unas uñas roídas señalan irritabilidad y lascivia; si generalmente se llevan cortas, indican impulsividad, nerviosismo e irri­tabilidad; si son largas, reflexividad y reserva; si además son estrechas, tendencia al misticismo. La presencia de lunulas bien diferenciadas (que generalmente suelen desaparecer casi por com­pleto en los adultos) es señal de buena circulación sanguínea, pero también, si son muy marcadas, exceso de tensión.

Su coloración tiene que ver casi exclusivamente con el sistema circulatorio: si es rosada, indica buena circulación; en cambio, si su color es de un rojo intenso o morado, es síntoma de mala circulación. Las uñas de tonalidad amarillenta señalan problemas hepáticos.

A nivel de adivinación, la uña puede dividirse en tres partes, correspondientes a sus períodos de crecimiento. El tercio superior nos remite al pasado inmediato, su tercio central señala el presente, mientras que su tercio inferior refleja lo que ocurrirá durante las próximas cuatro semanas.

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